AÑO DE LA CONSOLIDACIÓN DEL MAR DE GRAU
INSTITUTO JUAN MEJÍA BACA
MANAYAY CÁRDENAS FLOR JANETH
PRIMER CICLO
TARDE
COMPUTACIÓN E INFORMÁTICA
CHICLAYO _ 2016
LIDERAZGO
EMPRESARIAL
Quien es líder empresarial logra que las voluntades particulares se subordinen al interés de la empresa, sin descuidar la sensibilidad de las personas, para que lo hagan con placer y con la seguridad de que el éxito de la fuente de trabajo, es también el de ellos. Es quien desde la cima del organigrama, con su ejemplo y dedicación, se convierte en el guía y el alma de la empresa.
El líder es un estratega, emprendedor, motivador y facilitador, teniendo siempre en vistas los objetivos propuestos. Debe tener capacidad de mando y de conducción de grupos, empatía, y facilidad de comunicación y diálogo.
Sin embargo este líder ideal se da en pocos casos. Blake y Mouton plantean la existencia de varios tipos de liderazgo, que clasifican de acuerdo a si su nivel de sensibilidad con las personas y con los objetivos, es débil o aguda. Cuando se combinan en un líder la sensibilidad aguda con respecto a ambos aspectos originará un líder democrático, mientras que si es débil en los dos, el liderazgo será despreocupado. Si el liderazgo es agudo con respecto a la sensibilidad de las personas, pero débil con los objetivos empresariales, el líder será un demagogo, y se invierten estos términos, el liderazgo será autoritario. El tipo de liderazgo se ajustará a la situación, aunque es preferible que sea democrático.
LIDERAZGO
EN
PERÚ
¿Sufrimos, como pareciera, una crisis
aguda de liderazgo en el Perú? ¿En qué va a consistir finalmente el liderazgo
en el nuevo siglo XXI? ¿Qué nuevos valores implica? ¿Cómo se puede medir?
Reflexionar sobre estas preguntas permite incorporar un enfoque adicional y
relevante para un diagnóstico apropiado de la situación de relativa atonía y
marasmo que se siente en el país.
Acordemos, primero, que cualquier
sociedad requiere de varios sentidos para progresar. Uno primero, de
continuidad (con los valores del pasado); uno segundo, de pertenencia (entre la
gran mayoría de sus miembros); y uno tercero, de dirección (con una orientación
a la vez motivadora y prudente). Líderes serían tanto quienes son capaces de
descubrirnos percepciones y valores esenciales del Perú de ayer, como los que
identifican lazos sutiles que permitirían integrar mejor una sociedad bastante
fragmentada y heterogénea como la nuestra, así como los que pueden señalarnos
un rumbo que sea, a la vez, estimulante y creíble. El liderazgo se ha vuelto
mucho más complejo en todo el mundo con las exigencias de la globalización,
mejor dicho de la necesaria «glocalización».
¿Cuáles son los elementos que
contribuyen al liderazgo? Los libros de texto sobre el tema señalan algunas
cualidades que también eran válidas hace medio siglo: iniciativa, actitud
positiva ante las cosas, autodisciplina, focalización, compromiso con lo que se
hace, confiabilidad, carácter, buen raciocinio, competencia profesional,
capacidad para resolver problemas, carisma, buenas relaciones interpersonales y
visión. Las nuevas realidades obligan a incorporar otras cualidades, bastante
más sutiles: capacidad para escuchar, disposición de servicio, generosidad,
habilidad docente y sentido de responsabilidad. En un último libro From Good
to Great, un estudioso del liderazgo empresarial, Jim Collins, revela que
en EEUU las empresas que más valor han generado durante las últimas décadas han
estado lideradas por personas que no correspondían con el paradigma típico del
personaje carismático y dominante; más bien eran lideradas por una mezcla rara
de monjes y guerreros, los llama los L5, personajes con una fusión de humildad
profunda y voluntad de acero.
¿Sobre quiénes se lidera o se fracasa
en la pretensión de liderar? En la sociedad tradicional del siglo XVIII, el
sentido del prójimo estaba usualmente limitado a lo que se consideraba la
familia y los amigos; y se entendía la verdad como una que era revelada, desde
el púlpito o el aula. El «otro» –entre ellos, el extranjero, el discrepante o
el hereje- debía, bajo esta premisa, ser identificado, aislado, evitado,
perseguido. En las sociedades posmodernas y progresistas del siglo XXI, en
cambio, por prójimo debiéramos entender a todos los miembros de la comunidad,
los participantes en cualquiera de las redes en las que cada cual actúa,
siempre con una vocación implícita por una ciudadanía a la vez local y global.
Y la verdad, por su parte, resulta una múltiple, evolutiva, que se va descubriendo
y corrigiendo en el tiempo. Resulta necesario, por tanto, abrirse al «otro».
Quien no lo haga realmente no tiene pasta de líder verdadero. Y cualquier tesis
discrepante con la que uno tiene debería acercarnos finalmente a la verdad; por
tanto, necesitamos entenderla primero bien, antes de eventualmente rechazarla.
Pasemos lista (con algunos cometarios
sueltos) a los atributos identificados para el liderazgo. ¿Cuál es el contexto
cultural en el Perú de hoy para que estos valores emerjan o sean reprimidos?
- Iniciativa: Cuando en el Perú se pregunta a los
padres ¿cómo desean que sean sus hijos? la respuesta mayoritaria es:
«obedientes y bien educados». Lamentablemente, lo último no significa lo que
literalmente se afirma sino que tengan «buenos modales». En los países más
desarrollados, en cambio, las respuestas mayoritarias son: «autosuficientes y
responsables». Nuestra escala colectiva de valores es defectuosa para el
liderazgo desde la niñez. Le damos valor a la dependencia por encima de la
iniciativa.
- Actitud positiva ante las cosas: Tenemos una que es, por el
contrario, predominantemente negativa: ¿Cuándo se jodió el Perú?, Mendigo
sentado en banco de oro, etc. En América Latina las repúblicas
surgieron de reclamos, primero, naturalmente, contra el imperio (España; luego,
Inglaterra y EEUU); pero luego, por nacionalismo chauvinista, contra los países
vecinos. Al Perú, el centro del Virreinato en la región subcontinental, la
independencia le dejó como una de las tareas pendientes el tener que definir
sus múltiples límites territoriales. Por ello, la afirmación de nuestra
identidad en el mapa demoró demasiado, pues tuvo que lidiar con similares
aspiraciones de otros nuevos Estados en búsqueda de una invención de sí mismos.
De otro lado, líderes peruanos fueron Haya de la Torre, importante ideólogo
regional del anti-imperialismo, y Mariátegui quien exigía «creaciones heroicas»
para el proyecto socialista. A más de un país en otras regiones del mundo les
ha ido mejor con «calcos y copias», así como con mejores relaciones con las
potencias.
- Autodisciplina: Cuando se le pregunta al
peruano por su principal defecto (reclama alternativamente como virtud
principal su inventiva, su capacidad de sobrevivir), responde mayoritariamente
que le falta disciplina. A confesión de parte, relevo de pruebas.
- Focalización: Los peruanos solemos actuar
como presuntuosos «doctores» sabelotodo; con aficiones muy diversas, que muchas
veces practicamos mal. Por ello resultamos, a veces, expertos en nada. A la
investigación y experimentación, que son esenciales para el verdadero
conocimiento, se le da muy poca atención. El peruano prefiere palabrear,
incluso sobre lo que no sabe, antes de decir: «no sé». Las actas de asambleas y
congresos diversos son expresión evidente de ello.
- Compromiso con lo que se hace: En el Perú, los proyectos
suelen tomar el doble de tiempo y presupuesto que en otras partes, o se dejan a
veces incompletos, o finalmente se abandonan. La falta de persistencia es,
lamentablemente, muy común. Se nota hasta en las construcciones urbanas. Para
no hablar de los grandes proyectos. En 1946, la célula parlamentaria aprista
votó a favor de la convocatoria a la inversión extranjera para el desarrollo de
Bayóvar, depósito que más de medio siglo después sigue siendo un desierto. Las
reservas de Camisea, por su parte, fueron descubiertas hace más de 20 años. En
Brasil, Chile, incluso Bolivia, ya estarían en operación. Aquí todavía no está
muy definido el financiamiento del proyecto.
- Confiabilidad: Por razones a veces
justificadas, los peruanos somos demasiado incrédulos. A la pregunta: ¿se puede
confiar en los demás?, sólo responde afirmativamente el 12 por ciento de la
población, la mitad de la proporción que en el promedio de América Latina.
Nuestro capital social es, por tanto, bastante limitado. En EEUU y los
principales países de Europa, la respuesta a esta pregunta supera el 60 por
ciento. Hacer algo, cualquier empresa, entre gente que se recela entre sí es
bastante difícil. Y una primera interrogante que habría que hacer respecto de
cualquiera que pretenda ser líder, para probar su confiabilidad, sería
preguntarse si uno le compraría un carro usado. ¿Cuántos de los actuales
líderes políticos pasarían esa prueba?
- Carácter: Lima es, por clima y otras razones históricas,
una ciudad blanda y chismosa, bastante acomodaticia a realidades demasiado
cambiantes. Héctor Velarde introdujo el concepto del «concho telúrico de
acometividad» para explicar lo que subyace en la personalidad cultural de
muchos peruanos. Carácter hay, pero muchas veces no es evidente.
- Raciocinio: Nuestra formación básica en
matemáticas y lógica es, lamentablemente, bastante deficiente en promedio. En
la región en su conjunto, los estudiantes peruanos son los que sacan las peores
calificaciones en esta disciplina, fundamental para contar con buen raciocinio
a escala social. Ello ocasiona que el debate público sea más emocional que
preciso y poco preocupado en definir quien gana y pierde, y cuánto, con cada
opción que se discute.
- Competencia profesional: Buena en algunos campos, la
competencia profesional en el Perú es insuficiente en otros, especialmente en
carreras técnicas. Sobran en el Perú abogados y faltan científicos y
tecnólogos. Los más capaces entre los peruanos podrían lograrse en cualquier
parte, pero hay demasiados, una cantidad creciente, con muy poca autonomía
profesional. En muchas disciplinas se carece de bancada de suplentes.
- Capacidad para resolver problemas: Somos los peruanos también
bastante poco pragmáticos. La actitud inicial ante cualquier problema suele
estar cargada de ideología y demasiados prejuicios. Nos es difícil distinguir
entre condición (la naturaleza misma de las cosas) y problema (una situación
que sí puede resolverse). Muchas veces falta claridad en los diagnósticos y
persistencia en las propuestas que se plantean.
- Carisma: Muchas veces medimos el liderazgo
solamente en función del carisma. Líderes peruanos notables como Grau,
Bolognesi y Basadre eran más bien tímidos y no carismáticos.
- Relaciones interpersonales: las relaciones entre peruanos
resultan severamente afectadas por una limitada sensación de igualdad. Cuando
se pregunta a la población si existe en el país igualdad ante la ley, menos del
10 por ciento contesta que sí. En una sociedad donde se presume socialmente que
la gran mayoría de personas están por encima o por debajo de la ley, resulta
difícil establecer relaciones interpersonales fructíferas, ya que éstas
requieren ser más horizontales que verticales.
- Visión: Solemos carecer de una perspectiva lo
suficientemente integradora y estimulante como para catalizar voluntades y
energías en el desarrollo de nuestras instituciones y sociedad.
- Capacidad para escuchar: Frente a las nuevas
realidades, ésta es una de las habilidades más sutiles que un buen líder va a
requerir cada vez más. Cuando escaseaba la información, el jefe carismático
podía despreocuparse de la opinión de los demás y plantear proyectos
principalmente basados en su intuición y voluntad. Hoy, en cambio, la
información sobra. Quien no escucha bien se ve limitado para liderar
efectivamente.
- Disposición de servicio y
generosidad: Lo
que los individuos van a exigir cada vez más de sus líderes eventuales no es,
como en el pasado, intuición y capacidad de mando sino, crecientemente,
integridad y voluntad por servir. Hay, hoy en día, la transición hacia un
paradigma distinto. En las mejores instituciones, la autoridad va a provenir de
algún lazo espiritual intangible antes que del poder y el mando.
- Habilidad docente: La creciente velocidad de la
globalización convierte a la actualización del conocimiento en cualquier grupo
o sociedad en un imperativo constante. Por ello, el liderazgo del futuro va a
requerir, cada vez más, de capacidad para enseñar. Y, last but not least....
- Sentido de responsabilidad: Un elemento que resulta
imprescindible para que el liderazgo sea realmente efectivo y no sólo
histriónico. Además de generar suficiente confianza como para poder comprarle
un carro usado, la otra gran prueba para cualquier aspirante a líder es que sea
bien considerado como un eventual padrino de un hijo, no en el sentido
clientelista del compadrazgo tradicional sino como alguien con la disposición
para dar su tiempo y consejo generosamente.
Si liderar bien en el Perú, por algunas
de las consideraciones planteadas, resulta un esfuerzo tan complejo, ¿cómo
podríamos estimular el buen liderazgo y, por el contrario, erosionar el malo?
¿Qué condiciones deberían cumplir, por ejemplo, los políticos para aspirar a un
cargo? ¿Qué requisitos debiera tener un candidato a la presidencia del Perú, o
de cualquiera de sus regiones? En Singapur, los requisitos son tan estrictos
que sólo unas cuantas docenas de personas pueden ser efectivamente candidatos a
la primera magistratura. Puede no ser lo más democrático, pero ha resultado
bastante efectivo.
Tal vez, mientras los partidos
políticos se afirman y vuelven más transparentes, habría que agregarle una
tarea al Defensor del Pueblo, aún por elegir. ¿Por qué no exigimos, por
ejemplo, que todos los que quieran aspirar un día a ser presidente o
congresista paguen una cuota proporcional a sus ingresos para que, desde los 25
años, la Defensoría lleve una página web de cada uno, en la cual se pueda
registrar su historia de vida documentada? Podríamos también incorporar
requisitos adicionales como, por ejemplo, que entre los 25 y 30 años realice
labor concreta de bien social y participe en la dirección de instituciones
deportivas o culturales (por ejemplo, participar en la supervisión de un
mercado cualquiera o en la promoción de cualquier estadio municipal). La página
web debería registrar una evaluación (de 360 grados) de la gestión de cada cual
en todas estas responsabilidades.
Lamentablemente, la mayor presencia de
partidos políticos no es garantía de nada. Hay un libro reciente El atroz
encanto de ser argentinos, que identifica algunas características por las
cuales, afirma su autor Marcos Aguinis, Argentina ha sufrido de una falta de
buenos líderes públicos. Primero, la cultura política ha estado basada en la
queja más que en realidades. Por lo tanto, se ha presumido que mejor líder era
quien supiera interpretar mejor las demandas, aunque fuera un pillo de siete
suelas que no lograría comprador para su carro usado y a quien nadie desearía
como compadre espiritual, o un incompetente incapaz de poder organizar bien una
tómbola en la parroquia. En segundo lugar, hay una excesiva nostalgia por el
pasado. Se discute sobre lo que fue, no respecto de lo que puede ser. En tercer
lugar, hay una expectativa en «milagros». Por lo tanto, se prefiere al
fabricante fantasioso de ilusiones por encima del administrador eficaz de
realidades. Y, por último, cuando los milagros finalmente no se materializan,
la sociedad termina frustrada y cargada de pesimismo. Hay que hacer el mejor
esfuerzo colectivo para que dentro de unos años Quehacer no haga un
especial sobre El atroz encanto de ser peruanos.
(*) Economista peruano. Presidente del
Grupo APOYO
Agregar VIDEOS sobre el TEMA. Saludos.Gracias
ResponderEliminar